Con el pueblo de Bon Temps levantado en armas para protegerse de los vampiros se inicia una guerra en la que Sookie (Anna Paquin)y compañía se quedan en el medio del fuego cruzado.

Sookie y Bill (Stephen Moyer) traman un plan para atraer a los vampiros enfermos y darles caza pero tras intentar que ninguno de sus amigos se enterasen obviamente llegan en su ayuda cuando las cosas se ponen feas ya que los vampiros moribundos se habían preparado mejor que ellos. Este otro enfrentamiento entre vampiros enfermos y los amigos sobrenaturales y humanos de Sookie nos deja con una impactante pérdida que no es otra que la de Alcide (Joe Manganiello). Esta muerte viene, casualmente, en un momento en que la chica no estaba segura de sus sentimientos por el hombre lobo, que a mí me suena a un intento desesperado por hacer que al final la serie acabe como se suponía que debía hacerlo, con Bill y Sookie juntos demostrando lo fuerte que es su amor. Yo a esto digo no gracias pero como evidentemente los guionistas no van a responder a mis deseos la rubia y su primer amor vampiro acabarán juntos y felices aunque tal vez con todos sus amigos conociendo la muerte verdadera, empezando por nuestro pobre lobo.
Por su parte Lafayette (Nelsan Ellis) sigue con su adicción a las drogas del tipo que sean y su, digamos, amistad con James (Nathan Parsons) sigue su curso convirtiéndose probablemente en algo más. ¿Escenas de relleno o algo que nos guía a alguna trama más interesante de cara a próximos capítulos?


Siguiendo a Pam (Kristin Bauer van Straten) y Eric (Alex Skarsgard) hemos aprendido algo más sobre el pasado reciente de la sociedad vampírica y es que asistimos a los primeros intentos por implantar el 'Tru Blood' entre ellos. Es difícil recordarlo pero esto nos lleva a los comienzos de la serie y parece ser que quieren dejarla cerrada explicando claramente cómo empezó todo, cosa con la que estoy más que contenta sobre todo porque me parece un final decente y no porque sea un tema que me quite el sueño. Los flashbacks nos han mostrado también la fuerte relación que mantuvo Eric con una humana llamada Sylvie (Gabriella Wright) en la Francia de la década de los ochenta y que sirve para volver a dejarnos claro el amor de Eric por su progenie. Pero lo que de verdad hace reaccionar al rubio es la mención de que Sarah Newlin (Anna Camp) sigue con vida.
Y así es, vivita y coleando se refugia en algún tipo de secta en la que a pesar de todo los japoneses que sintetizaron la bebida que da nombre a la serie consiguen encontrarla aunque no sepamos muy bien sus motivos ni sus planes.

En general podemos decir que ha sido un capítulo poco interesante hasta eso sí unos minutos finales para dejarnos en 'shock' hasta la semana que viene. 'True Blood' hace tiempo que dejó de ser esa serie que nos enamoró en las primeras temporadas, eso está claro, pero parece que en esta última temporada quieren volver a sus orígenes dejando de lado brujas, mundos oníricos y demás elementos que se fueron introduciendo en las últimas entregas.
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